viernes, 14 de diciembre de 2007

Palabras de un carnívoro a un vegetariano.

Despierta, vegetariano, despierta.
¿Acaso no te has dado cuenta
de que no existe la lechuga jugosa?

Deja el alimento de las tortugas
y abraza el de los leones.

Piensa en la parrilla
como en una cama
en la que te espera
un amante de buen lomo.

Vuelve al uso del cuchillo,
justifica la existencia de tus muelas,
practica el esgrima del escarbadiente.

Despierta, vegetariano, despierta.
Sé que de noche sueñas con un asado infinito.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Primer poema encontrado.


Puedo escribir los versos más jugosos esta noche.
Escribir, por ejemplo: “la noche está amorcillada,
y tiritan, dorados, los chorizos, a lo lejos”.

Acuerdo argentino-vacuno

Entre la vaca y el argentino hay uno de los pactos más fuertes y estables de la humanidad. Quizás es el tratado más importante acordado por un ser humano y un animal, sólo amenazado por la fidelidad de Chita con Tarzán.
El gaucho argentino le da a la vaca los pastos y las tierras más llanas y nobles, tierras mimadas por un clima que está enamorado de ella, y le trae asiduamente ramos de lluvias y soles.
La vaca disfruta del paraíso verde. Su mirada nos recuerda la palabra “paz”. Por eso cuando ve acercarse al gaucho para carnearla no huye, sino que se deja matar, sabiendo que entregar el propio cuerpo es el gesto más grande de amor.