He comprobado que baldear el patio lleva el mismo tiempo que asar una entraña: doce minutos, cuarenta segundos. ¿Mera coincidencia? No. Al menos eso me contesté yo. Que en un mismo lapso de tiempo puedan realizarse actividades tan dispares me ha llevado a una tercera reflexión: ¿qué estoy haciendo con mi tiempo? ¿De qué estoy llenando esos cajones vacíos y limitados?
Me gustaría que a este párrafo le siguiera otro con la respuesta. Pero llegó solo, sin guarnición, hermano.
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