Comerse un cuerpo y adivinar su pasado. Así transcurre la experiencia de degustar la carne de Kobe. Para una vaca o buey, vivir en la ciudad japonesa es como estar en un spa. Su dieta incluye beber cerveza, recibir masajes y disfrutar de baños de sake. Una vida tan placentera tiene como resultado una carne tierna, feliz, deliciosa. Los soldados del ejército imperial japonés se alimentaban de este manjar. ¿Condición? Regresar vivos del campo de batalla y haber hecho los méritos suficientes. Los tiempos han cambiado. Hoy para llegar a comerla hay que tener un ejército de billetes.
1 comentario:
Gracias a Roberto Achura vuelvo a creer en Japón. Pensé que por allá solo había pescado crudo y arroz blanco.
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